La etapa de ayer, nos deja muy cerca de Sarria, así que nos levantamos a las 6.00 y a las 6.30 ya estamos pasando frío en la oscuridad galega. Una densa niebla no nos permite ver mucho más así que nos centramos en llegar a Sarria a desayunar. Después de café con leche y tostadas ya podemos continuar la marcha, y vemos Sarria de pasada. Nos encontramos en sus calles con los primeros paisanos del camino, a los que conocimos ayer por una confusión en los tendederos del albergue, y nos ponemos en busca de una Iglesia donde sellar; imposible, todas cerradas. Salimos de Sarria y empiezo a notar fuerte dolores en la rodilla izquierda que me acompañaran hasta Santiago casi con total seguridad. En Sarria empezamos a notar que algo ha cambiado...grandes grupos de peregrinos inician su andadura y dificultan el paso del resto, así, grandes grupos de estudiantes portugueses así como otros grupos ocupan tramos del camino, obligándote a buscar lugares para adelantarles, jugándote el tipo.
El paisaje durante las primeras horas, apena se aprecia por la niebla y cuando aparece el sol, se muestran ante nosotros los primeros orreos.
En este tramo recorrido, dos agradables peregrinos que han empezado hoy con los que charlamos, nos hacen la foto de rigor en el hito de los 100km hasta Santiago.
El el pueblo en el que decidimos parar para tomar un almuerzo, encontramos a lo compañeros de Portugalete desayunando, y recogemos su testigo, un bocado rápido y a correr, ya que mientras estamos en movimiento, apenas duele nada.
La mañana se hace monótona, el paisaje en repetitivo, y las aldeas siguen teniendo sus parroquias cerradas pero sus bares y albergues como reclamos para peregrinos, El Camino en Galicia confunde a peregrinos con clientes en algunos momentos.
En la cabeza, solo entra en este momento el pensamiento de acabar la etapa en Portomarín lo antes posible para no quedarnos sin plaza ante el aluvión de caminantes, así que lo más divertido es ir alcanzando a caminantes poco a poco, viendo como no acaban nunca.
Son casi las 13.00 cuando cruzamos el puente sobre el Río Miño nos separa de Portomarín y buscamos el correspondiente albergue de la Xunta, que en esta ocasión, le damos una alta valoración, aunque necesita mejor señalización para encontrarlo.
En Portomarín, el peregrino puede encontrar casi todo lo que necesite, comemos con tranquilidad, la comida no es muy buena, pero el precio parece fijo en todos los sitios. Visitamos la Iglesia fortaleza, de de pudimos poner nuestro sello, para comprar la cena en un súper y después a la cama temprano, no sin antes, escribiros estas líneas.
Mañana daremos un pasito más.
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